Cambio de rumbo: la esperanza duró sólo un mes
“Al final, los llamados constructores de naciones destruyeron muchas más naciones de las que construyeron”, dijo haciendo una clara referencia a la invasión de Irak de 2003, dijo en mayo pasado durante una visita a Riad, capital de Arabia Saudita. La esperanza que trajo esa declaración duró poco. El 21 de junio, metió a Washington en el más reciente conflicto en la región, al ordenar un ataque a tres instalaciones nucleares en Irán, en apoyo a su aliado, Israel. “Nuestro objetivo era destruir la capacidad de enriquecimiento nuclear de Irán y frenar la amenaza que representaba el principal Estado patrocinador del terrorismo a nivel mundial”, afirmó Trump tras el ataque. Pero la historia muestra que cuando Occidente ha intervenido en la región para “solucionar” problemas, las cosas tienden a ir peor, dijo a la cadena BBC Fawaz Gerges, profesor de Política de Oriente Medio y Relaciones Internacionales en la London School of Economics and Political Science.
Irán, 1953: golpe contra la democracia
En 1953, el primer ministro de Irán, Mohammad Mossadeq, elegido democráticamente, fue derrocado en un golpe de Estado liderado por el ejército iraní y apoyado por Estados Unidos y Reino Unido. Mossadeq había llegado al poder dos años antes con la promesa de nacionalizar las vastas reservas petroleras de Irán. Sumado a la “amenaza comunista”, eso preocupaba a Londres y a Washington, cuyas economías de posguerra dependían del petróleo iraní. Se presentó como un levantamiento popular en apoyo del sha Mohammad Reza Pahlavi, pero detrás de la insurgencia estaban los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses. En 2000, la secretaria de Estado Madeleine Albright habló del papel de Estados Unidos en el golpe. En 2009, el presidente Barack Obama admitió, en un discurso en El Cairo, el rol de Washington en lo ocurrido. En 2013, 60 años después del golpe, la CIA publicó documentos en los que reconocía su rol en el golpe. Gerges cree que el conflicto actual entre Estados Unidos e Irán tiene raíces en aquella intervención. “Los iraníes nunca perdonaron a Estados Unidos por derrocar a un primer ministro legítimo e instalar a un dictador brutal, el sha Pahlevi, como gobernante absoluto del país”, explica.
Afganistán, 1979: el apoyo a los talibanes
Un año después de un golpe de Estado en Afganistán, de 1979, el ejército soviético invadió el país para apoyar a su gobierno comunista, en contra de un movimiento islamista de resistencia, conocido como los muyahidines. El grupo, formado por extremistas islámicos yihadistas que se oponían al gobierno comunista, contaba con apoyo de Estados Unidos, Pakistán, China y Arabia Saudita, entre otros. En plena Guerra Fría, Washington fue uno de los países que más les suministró armas y dinero. Estados Unidos buscaba empantanar a la URSS en Afganistán, como le había ocurrido a su propio ejército en Vietnam. En septiembre de 1988, el premier soviético, Mijaíl Gorbachov, ordenó la retirada de sus fuerzas y dejó el país sumido en una guerra civil. En 1994, aparecieron los talibanes en la ciudad sureña de Kandahar, donde ganaron popularidad presentándose como estudiantes guerreros y sumando a jóvenes de la etnia pastún. Sus líderes habían luchado como muyahidines contra la ocupación soviética, con armas estadounidenses. Los talibanes conquistaron Kabul en 1996, e impusieron un régimen integrista que pronto sería condenado a nivel mundial por sus violaciones a los derechos humanos. Introdujeron castigos acordes con su fanática interpretación de la sharia: ejecuciones públicas, latigazos, amputaciones, represión a las mujeres. Tras la guerra soviético-afgana, un grupo de veteranos creó la organización Al Qaeda para expandir la lucha más allá de Afganistán. Los talibanes le dieron a esta organización y a su líder, Osama bin Laden, un refugio para sus operaciones y planear los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Irán disparó misiles contra bases militares de Estados Unidos en Qatar e IraqAfganistán, 2001: invasión, descontrol y caída
En octubre de 2001, Estados Unidos lideró una nueva invasión a Afganistán para expulsar a los talibanes. Con la promesa de apoyar la democracia y eliminar la amenaza terrorista de Al Qaeda, Washington logró hacerse con la capital del país y obligó a los talibanes a entregar el poder. Tres años después, un nuevo gobierno afgano asumió la presidencia, pero los ataques continuaron. En 2009, Obama aumentó las tropas, lo que hizo retroceder a los talibanes, pero no por mucho tiempo. En 2014, el año más sangriento de la guerra desde 2001, las fuerzas de la OTAN le delegaron la seguridad al debilitado y corrupto ejército afgano, lo que permitió al Talibán conquistar territorios. Cuando el gobierno de Joe Biden decidió retirar las tropas de Afganistán en abril de 2021, tras 20 años de la invasión, la capital cayó rápidamente. Los talibanes consiguieron alrededor de un millón de armas -en su mayoría financiados por Estados Unidos- cuando recuperaron el control de Afganistán en 2021.
Irak, 2003: las armas que no existían
La historia de la invasión a Irak (2003) se remonta a agosto de 1990, cuando el ejército iraquí, comandado por el presidente Saddam Hussein cruzó a Kuwait, mató a cientos de personas que se resistieron a la invasión y obligó al gobierno kuwaití a exiliarse en Arabia Saudita. Para muchos, esta fecha marcó el inicio de una turbulenta etapa en la historia de Medio Oriente. El 17 de enero de 1991, una coalición liderada por Estados Unidos y apoyada por Arabia Saudita y Reino Unido, lanzó una misión para expulsar a las fuerzas iraquíes de Kuwait. El Consejo de Seguridad de la ONU exigió a Irak que destruyera todas sus armas de destrucción masiva (armas nucleares, biológicas y químicas, y misiles de largo alcance) Tras los ataques de 2001, Bush acusó a Hussein de seguir almacenando armas de destrucción masiva y alegó que Irak formaba parte de un “eje del mal” internacional, junto a Irán y Corea del Norte. El entonces secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, afirmó ante la ONU en 2003 que Irak albergaba “laboratorios móviles” de armas biológicas. Pero en 2004 admitió: la evidencia “no parece ser tan sólida”. Según Jeremy Bowen, editor internacional de la BBC y especialista en Medio Oriente, la invasión fue una catástrofe para Irak y su pueblo, y sumió al país en décadas de caos. “Lejos de destruir la ideología de Bin Laden y los yihadistas, los años de caos que se desataron en 2003 intensificaron la violencia yihadista”, afirmó, Al Qaeda, fragmentada temporalmente por una alianza entre estadounidenses y tribus sunitas, se regeneró y dio paso al aún más sangriento Estado Islámico.